Los que tenemos hijos,
sabemos que no hay tarea más difícil que sacar adelante a los seres que más
amamos en la tierra, darles lo mejor en todos los sentidos, herramientas y
recursos para llevar una vida adecuada y sana, pero todavía más difícil es
dejarlos ir.
¿A que nos enfrentamos en el momento de adquirir la
responsabilidad de la paternidad? Es claro que a una infinidad de cambios,
desde que llegan a nuestra vida, lo que más experimentamos son cambios.
En un principio la emoción de formar una familia, empezamos
viviendo con nuestra pareja y…….. ¡Cambios!, hay que compartir la cama, la
comida, tomar decisiones entre dos y buscar el equilibrio; después de un tiempo
decidimos ¡ser padres!
Los cambios que empezamos a tener son más notorios, desde
los cambios emocionales de cada uno de los individuos de la pareja, como
cambios físicos en la mujer. La espera es maravillosa, preparando todo para la
llegada de los hijos, llega uno, y el cambio es total, pero si llegan más,
realmente el cambio es radical, horarios, gastos, adecuar la casa, cuidamos que
los pequeños no se lastimen con nada, ponemos protecciones en las puertas, en
las entradas eléctricas, en fin, el cambio de cuando vivías en pareja a estos
días ha sido completo!
El o los hijos, por fin se van al colegio, un cambio más,
hacer tareas, ayudarles a que comiencen su desarrollo e independencia, que
aprendan a leer, a escribir, a nadar, andar en bici, no terminaría de la
cantidad de actividades y conocimientos que desarrolla un niño desde que nace,
hasta los 7 años, y nosotros ahí al lado de ellos.
Y llega la experiencia más complicada para todos los padres, la adolescencia, bueno
es una etapa de cambios para todos los que viven en casa, ya que en ocasiones
se junta la adolescencia de los hijos, más los cambios hormonales de los
padres, más la avanzada edad de los abuelos; ¡¿te suena familiar el cuadro?!
En la adolescencia, hay muchos cambios en todos los miembros
de la familia, ya que los padres aprenden a ser orientadores y los hijos entran
en la búsqueda de identidad, pertenecer a grupos, momento en el que nosotros
como padres, lidiamos con desvelos, preocupaciones, permisos y tratar de que
todos salgamos sanos y salvos de esta etapa.
Llega el momento de la universidad, la elección de carrera,
los hijos comienzan con relaciones más serias, hasta que llega el día en que
deciden dejar la casa, sean uno, dos o tres nuestros hijos, hay un momento en el que nos quedamos
solos. Esto viene siendo paulatino, por
supuesto, ya que desde que cumplen 18 años, comienzan a dejar de necesitarnos
tan cerca de ellos.
Entonces aparece lo que llamamos el síndrome del nido vacío.
Este síndrome se detecta por tener una serie de sentimientos de tristeza y
soledad, el que nuestros hijos se marchen cambia nuevamente la dinámica de la
casa y se percibe la ausencia, muchas veces cuando los hijos deciden irse, para
formar una nueva familia o simplemente dejan de vivir en casa, produce
reacciones diferentes como la unión solida de la pareja o la separación.
Hay ocasiones en la que alguno de los padres o los dos a lo
largo de los años, se han volcado solo en los hijos y olvidan que hay una pareja,
por lo tanto, cuando los hijos se van, la pareja se convierte en alguien que vivía
en casa, pero que tenía sus obligaciones para con los hijos y la manutención y
nada más, y no saben qué hacer, no tienen ni idea de la persona con la que han
vivido durante años.
Cuando vuelven a
estar solos, por lógica, ya no son los mismos, han tenido experiencias de vida
que los han cambiado y si no hubo un vínculo fuerte entre ellos, la relación se
tornará tensa. Es por eso que en ocasiones cuando los hijos se van, hay
divorcios y separaciones.
Sin embargo cuando hubo una buena relación en la pareja; es
decir tenían un día en el cual solían salir solos, ya fuera al cine, a cenar o
a lo que fuera, la idea era seguir compartiendo sus proyectos, gustos y planes .Así en el momento en que los hijos se vayan,
nos sintamos bien con quien estamos,
claro que vamos a extrañar el que los hijos estén con nosotros, pero será mucho
más llevadera la ausencia.
Por eso es recomendable, que tengamos una buena relación con
nuestra pareja, acostumbremos a platicar, estar en casa, y a viajar juntos,
esto hará que nos sintamos felices de haberles dado a nuestros hijos, las
herramientas necesarias para haber logrado su independencia. Y seguiremos
disfrutando de nuestra vida con la persona que elegimos como compañero de vida,
sin que surja un triste sentimiento de soledad.
O en otra situación en la cual no tenemos pareja, no
importa, lo ideal es que hayamos construido una vida para nosotros como padres,
independiente de nuestros hijos y disfrutemos de saberlos, libres y
auto suficientes.
Los hijos no nos pertenecen, y no hay mayor satisfacción
para unos padres que hicieron bien su trabajo, que ver que les dieron a sus
hijos, las herramientas y los recursos necesarios, para lograr lo que nosotros
en su momento hicimos, ser quienes somos y volar de casa para ser
independientes.
Espero que esto te haya sido de utilidad.
¡Que tengas un
excelente fin de semana!
Hasta la próxima.
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