viernes, 12 de agosto de 2016

NUESTROS HIJOS, NUESTROS MAESTROS.


Cuando decidimos ser padres, creemos que estamos listos para cuidar, alimentar y educar a un nuevo ser, y nunca nos detenemos a pensar, que ese nuevo ser, va a traer un sinnúmero de experiencias y aprendizaje a nuestras vidas.
Sé que el concepto de ser padres, implica educar, formar y conducir a nuestros hijos hacia el camino de ser una buena persona. Pero en ese camino, es innegable que ellos nos enseñan muchísimas cosas también.
¿En qué forma nos enseñan? Nuestros hijos nos educan a ser pacientes, desde que están en el útero, estamos esperando a verlo, pero esto lleva un periodo de 9 meses, y aunque, nos mate la curiosidad por saber cómo es y a quien se parece, nos hace ser tolerantes y esperar el tiempo indicado.
Apenas llega nuestro hijo, comenzamos a aprender, si llora por hambre, frío, incomodidad o simplemente porque quiere llorar. Y no hablemos de si hace un berrinche, tendremos que ser tolerantes para poder contenerlo y no hacer que con nuestra impaciencia, se desespere más y no pare de llorar o de exigir lo que quiere.
Así como cuando lo enseñamos a comer, él nos da la pauta de cuanto es lo necesario para su alimentación, aprendemos a que no va a comer la cantidad que comemos nosotros, y esas cantidades las debemos respetar.
Cuando se va por fin al colegio, aprendemos a ser confiados y dejar que se desarrollen en un lugar en el cual no está con nosotros, pero debemos de confiar en los maestros y la institución en las que los metemos y esperar la hora de la salida para saber cómo fue su día y que aprendieron.
También aprendemos a respetarlos, y saber que a cada edad que vivan, les corresponde tomar decisiones, como elegir que ropa ponerse y aunque en ocasiones pensemos “en serio ¿te vas a ir a si a la comida?????, Es la camisa de siempre………”, debemos de respetar, si no jamás serán capaces de tomar decisiones en cosas más importantes más adelante.
Cuando llega la adolescencia….. Ahí sí que aprendemos a ser completamente tolerantes, a permitir que a pesar de nuestra experiencia de vida, tomen decisiones que sabemos en ocasiones, que no van a acabar en nada bueno, pero que al final del día, va a aprender y eso los hará crecer y madurar. Te hacen ir a cursos, leer libros y todo aquello que se relacione con saber, qué es lo que les pasa, y porque comienzan a cambiar tanto, por que lloran y se ríen con una diferencia de minutos. Porque nos asustamos a veces de cosas que hacen y no comprendemos, también aprendemos a confiar en su juicio, aunque pensemos que no están listos y los dejamos volver a casa de madrugada, y sabemos que de una u otra forma lo tienen que hacer.
Nos enseñan a sentirnos orgullosos, con la cantidad de satisfacciones que nos dan, en la escuela, en los deportes, o simplemente en los detalles que en ocasiones, tienen con nosotros.
Nos enseñan a llorar de emoción, por los logros obtenidos y a sentir sus desilusiones y tristezas también.
Y al final comprender que no son de nuestra propiedad,  nos enseñaran a ser fuertes y a dejarlos ir, sin duda, tendremos que soltarlos y decirles adiós.
Cuando se convierten en adultos, nos siguen enseñando que valió la pena confiar en ellos y que ahora les toca enseñar y aprender a enseñar.

Ahora dime….. ¿Verdad que los hijos son los mejores maestros de los padres?

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